jueves, 29 de marzo de 2007

Generar ideas desde el saber o desde el desconocimiento


A modo de resolver una cuestión que anda por ahí danzando, propongo que se haga un ejercicio de interiorización. Parece ser que existen dos posturas:
1.- El saber tiene como amplia base la experiencia,
2.- Cuanto menos se sepa de algo mejor.

Pues bien, mirando esa experiencia (y no intentado razonar) pensemos una cosa. ¿De todas las ideas que hemos sentido como buenas en la vida, cuántas han sido sobre temas en los cuales sabiamos algo y cuántas sobre temas que ignorabamos? Quizás para la idea en sí no sea falta el conocimiento, pero es él y sólo él quíen reconoce la bondad o maldad de la idea, quien asigna un juicio de valor, es la experiencia acumulada sobre algo quien genera la emoción (profundizo un poco más en los descubrimientos del Señor Damasio) que impulsa la decisión.
Como ejemplo se me ocurre que ayer una buena idea como la de los contadores eléctricos estuvo a punto de pasarse por alto al principio, porque no se supo sobre que sostenerla. Fue necesario darla un soporte de conocimiento anterior (ejemplo de los medidores actuales de temperatura, tendencias de la gente hacia lo numérico, hacia o competitivo...) y sólo entonces pareció buena.

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